«Los veranos familiares de Clara Schumann»
Un artículo de Virginia Sánchez-Rodriguez para La Soirée Musicale
Se ha hablado mucho sobre Clara Schumann (1819-1896) por sus contribuciones como compositora, como una de las pianistas más reconocidas de todo el siglo XIX, como reputada docente y como editora de la obra musical de su esposo, Robert Schumann (1810-1856). De hecho, ella fue, precisamente, la responsable de la mayor difusión del legado de éste, antes incluso de que fuera un autor reconocido, al incorporar sus primeras composiciones como parte de los programas musicales de los exitosos conciertos que la joven intérprete ofrecía, en medio de calurosas ovaciones y elogiosas críticas, a lo largo de medio mundo.
Pero, más allá de lo profesional, el caso de Clara Schumann es igualmente admirable en lo que respecta a su vida personal. Si bien se vio rodeada, desde su infancia, por las desgracias familiares –desde la tormentosa separación de sus padres, hasta la pérdida de su hijo Emil, en 1847, cuando era tan solo un bebé de dieciocho meses, o el fallecimiento de su esposo tras años de sufrimiento por sus problemas de salud mental–, lo cierto es que fue capaz de desarrollar la conciliación de una forma admirable, dentro de sus posibilidades y de acuerdo con una mentalidad social distinta a la actual. Y eso a pesar de las dificultades que entrañaba para una familia uniparental, con una madre sola al frente de siete niños que acusaban la ausencia de su padre.
Pero, ¿cómo eran las rutinas de la familia? ¿La gran Clara Schumann tenía tiempo para descansar? ¿Cómo eran las vacaciones de una estrella que tenía a su cargo a una familia tan numerosa?
Las rutinas de una familia muy numerosa
Tras el fallecimiento de Robert, y dado que la interpretación concertística de Clara Schumann se convirtió en el principal medio de sustento para la familia, la infancia de algunos de los vástagos transcurrió en distintos lugares a cargo de parientes y amigos. Clara se embarcaba en interminables giras que le proporcionaban los ingresos económicos necesarios para la subsistencia y el impulso artístico imprescindible para su existir, por lo que sus hijos –especialmente, los más pequeños– requerían una atención que ella no podía brindarles constantemente.
En un primer momento, los hijos varones más mayores del matrimonio –Ludwig y Ferdinand– ingresaron a un internado en Bonn, mientras las hijas de mayor edad –Marie, Elise y Julie– se instalaron en Leipzig. En lo que respecta a los pequeños Eugenie y Félix, estos se quedaron en Düsseldorf a cargo del ama de llaves y, después, se instalaron en Berlín en la casa familiar bajo la custodia de Elisabeth Werner (1823-1911), íntima amiga de la pianista, que se quedaba al frente del hogar en la ausencia de la matriarca. A medida que fueron creciendo, algunos de ellos cambiaron de domicilio: Elise se instaló una temporada con la Princesa Anna de Hesse, Julie empezó a vivir en Grebwiller por los beneficios del buen clima sobre su salud, Eugenie se instaló en la ciudad de Frankfurt y, por su parte, Ferdinand y Félix continuaron su formación en otro internado, ahora en Berlín. En lo que respecta a la primogénita, Marie, enseguida se convirtió en la compañera de su madre, acompañándola en sus giras y, después, en su asistente, también como soporte en aquellas clases que la virtuosa impartía.
Así, durante el curso académico, era habitual que la familia estuviera dispersa. Sin embargo, la llegada del verano significaba un precioso tiempo para disfrutar del descanso y de la unión. Ahora bien, la logística era compleja, pues no era nada sencillo desplazar a tantos niños, desde enclaves distintos, a un mismo destino vacacional. Y tampoco era barato. Por eso, entre otras razones, a principios de la década de 1860, Clara Schumann pensó en adquirir una casa de verano donde toda la familia pudiera reunirse durante las vacaciones.
La casa de verano de los Schumann
En el año 1862, Clara Schumann se encontraba inmersa en la búsqueda de una residencia estival. El destino seleccionado fue el municipio balneario de Baden-Baden, al suroeste de Alemania y cerca de la frontera con Francia, en plena Selva Negra. La elección de este enclave no fue arbitraria, pues, a los beneficios de sus zonas verdes y sus baños termales, había que sumar que algunas de sus amigas también tenían residencia en la localidad, como la ya mencionada Elisabeth Werner y la cantante, compositora y pianista Pauline Viardot-García (1821-1910), que compartía con nuestra protagonista una admiración mutua y una estrecha amistad.
Clara Schumann adquirió su vivienda de Baden-Baden en el otoño de 1862, con la intención de disfrutar, acompañada de sus hijos, de las temporadas de descanso tras su intenso ritmo de trabajo, especialmente debido a sus extensas giras. La casa, ubicada en el número 14 del distrito de Lichtenthal, se compró por 14.000 florines. La artista se instaló en ella, por primera vez, el 4 de mayo de 1863, aunque, previamente, sus hijas mayores ya se habían desplazado hasta allí para acomodar los espacios desde el mes anterior. Conocemos la fecha exacta de la llegada de la compositora porque un día después, el 5 de mayo, Clara envía una carta al compositor Johannes Brahms (1833-1897), con motivo del cumpleaños del compositor, y ya habla, ilusionada, de la estancia en su nueva casa.
En lo que respecta a su aspecto, era un espacio modesto, especialmente en el exterior. A este respecto, la austeridad, seguramente, determinó que la vivienda fuera apodada “la caseta del perro” por los niños. Pero, lo cierto es que, más allá de lo externo, esta casa estival contaba con todas las comodidades necesarias para la virtuosa y su familia. Basta pensar que Clara no escatimó si tenemos en cuenta que la vivienda acogía, nada más y nada menos, que tres pianos de cola, como la propia virtuosa le trasladó a Brahms en una carta con fecha de 14 de junio de 1863.
La casa de Baden-Baden fue un espacio para el descanso y la diversión, especialmente para los más pequeños. Como se desprende de las memorias de Eugenie Schumann, estos solían divertirse, especialmente, jugando con los hijos de los vecinos de la casa de al lado, donde residía la familia Schwarz, formada por el pastor protestante Adolf Schwarz (1808-1874), su segunda esposa Elise Wolf y sus hijos Adolf, Elisabeth y Flora.
Pero también fue un enclave para hacer música constantemente. De hecho, eran frecuentes las visitas de grandes personalidades del mundo de la música que, además, eran grandes amigos de la artista, como el ya mencionado Brahms y el violinista Joseph Joachim (1831-1907) –quien, junto a su esposa, llegó a alquilar una casa en la región para compartir más vivencias inolvidables–. Y, en medio de los encuentros sociales, como no podía ser de otra forma, no faltaba la música, pues todos estos músicos solían compartir tiempo, igualmente, para las tertulias literarias, para el ocio y para la interpretación camerística.
La familia Schumann frecuentó esta casa de verano, cada año, hasta 1877. Pero, en esa fecha, Clara dejó de asistir regularmente a Baden-Baden por recomendación de sus médicos, en beneficio de un clima más favorable para los problemas de reuma que venía sufriendo, de forma intermitente, desde 1873. En un primer momento, la casa se puso en alquiler pero, finalmente, fue vendida en 1878, formando parte, desde ese instante, de los recuerdos más entrañables.
Unos veranos para el recuerdo
Durante quince años, entre 1862 y 1877, la familia Schumann pudo compartir un precioso tiempo en la casa de Baden-Baden. Esta vivienda estival fue un espacio que permitió a la familia disfrutar del entorno natural del bosque y del río y, sobre todo, compartir un tiempo de calidad inexistente durante el invierno, convirtiéndose en un punto de encuentro familiar. Sin duda, esta casa fue testigo de los veranos más familiares y, seguramente, especiales de Clara Schumann.
*Para saber más:
Reich, Nancy B.:
Clara Schumann: The Artist and the Woman. Ithaca y Londres: Cornell University Press, 1985.
Sánchez Rodríguez, Virginia: “Clara Schumann and the Schwarz Family: Reconstructing a Friendship though an Edition of Robert Schumann’s
Zweites Album für die Jugend”.
Notes: The Quarterly Journal of the Music Library Association, vol. 77, nº 3, 2021, pp. 380-404.
Schumann, Clara; Brahms, Johannes:
Letters of Clara Schumann and Johannes Brahms, 1853–1896, 2 volumes, edited by Berthold Litzmann. Nueva York: Vienna House, 1971.
Schumann, Eugenie:
The Schumanns and Johannes Brahms. The Memoirs of Eugenie Schumann. New York: Lincoln Mac Veagh, The Dial Press, 1927.
Vries, Claudia de:
Die Pianistin Clara Wieck-Schumann: Interpretation im Spannungsfeld von Tradition und Individualität. Mainz: Schott, 1996.
Weissweiler, Eva (Ed.):
The Complete Correspondence of Clara and Robert Schumann, Critical Edition. Nueva York: Peter Lang Publishing, Inc., 1994-2002.
Dra. Virginia Sánchez Rodríguez
Universidad de Castilla-La Mancha